Estados Unidos y sus aliados, Israel y la Comunidad Económica Europea, brazo armado de las compañías multinacionales, preparan una nueva escalada militar, esta vez contra Irán, en un nuevo paso para intentar asegurar la hegemonía del mundo y sus recursos naturales.
Por más que intenten disfrazar las razones y motivaciones de esta nueva escalada, subyace en esto un tema de fondo: la inconfesable voluntad de someter sangre y fuego los mercados y a los pueblos, para posibilitar la acumulación creciente de capital y riquezas, concentrándolos de paso cada en vez menos manos.
La fase imperialista del capital, asociada al modelo neoliberal, es decir el control de los territorios y los estados por la vía de la economía (capital y tecnología) y la corrupción de sus gobernantes de turno obedientes de las políticas del Fondo Monetario Internacional e instituciones afines, ya no es garantía suficiente para la obtención de las codiciadas ganancias.
Hoy esto sólo es posible en base a la ocupación colonial y las guerras que ésta conlleva, la instrumentalización extrema del estado, al saqueo impune, la sobreexplotación, el negocio de las armas, el narcotráfico, la pornografía infantil y otras formas, las que incluso en los propios términos del capitalismo clásico, resultaban punibles y otrora impresentables.
No es una exageración afirmar que estamos en presencia de un capitalismo de corte mafioso, que pretende controlar el mundo y sus habitantes a través de viejas prácticas coloniales, sólo que esta vez no les queda ni un mínimo de decencia ni pudor.
Portan la misma cruz, pero ya no llevan espadas ni están armados de arcabuces o tiradores con antiguas ametralladoras, sino más bien de un sofisticado arsenal nuclear y cuenta además con un eficaz control ideológico-mediático de una buena parte de la población mundial y los siempre serviles nuevos políticos a tiempo completo.
Si bien es cierto, en términos generales, la estrategia de dominación no está cuestionada en el fondo, es decir existe un cierto consenso en la mal llamada “Comunidad Internacional”, que incluye por cierto a China y Rusia, en cuanto a la conveniencia de favorecer expansión y reproducción del capital, no es menos cierto que existen ciertos niveles de diferenciación en el cómo llevarlo a cabo.
Mientras China, Rusia y ciertos sectores de la Comunidad Europea, abogan por una apuesta de dominación más moderada y de mediano plazo, algo así como una nueva social democracia, la visión “bushiana” fanática y fundamentalista, no desea perder la oportunidad de apropiarse hoy mismo del planeta, de su gente, su trabajo y sus recursos naturales.
Las mencionadas diferencia complican el panorama de esta nueva agresión capitalista-mafiosa liderada por el lobby sionista de Wall Street y el Pentágono, en tanto afecta y tensiona la correlación de fuerzas en esto que se ha dado a llamar como “diferencias en el modo de expandir y reproducir el capital”, lo que hace de esta nueva aventura bélica también en una prueba de fuerzas entre las visiones señaladas anteriormente.
No obstante lo anterior, un tercer elemento, ajeno a los intereses del capitalismo mundial, ha irrumpido inesperadamente en escena trasformándose de “pato de la boda” en el que “patea la mesa” del banquete, amagando seriamente el sueño capitalista.
Son los pueblos agredidos, con sus hombres y mujeres, niños y ancianos los que le han salido al paso: pueblos como el iraquí, el palestino, el sirio o el venezolano y tantos otros que comienzan a despertar en defensa de sus recursos naturales y su autodeterminación y a propinarles derrotas que los manuales de guerra del Pentágono no contemplaban.
Contra ellos se vuelven los cañones, si es que alguna vez dejaron de apuntarlos.
Ante esta nueva realidad de resistencia popular, adecuarán sus manuales, afinarán el discurso y vendrán otras guerras, uno que otro golpe de estado y ya no será el enemigo “el terrorismo islámico”; volverán a serlo los subversivos, los hombres y mujeres amantes de la paz, la democracia y el progreso, es decir los pueblos del mundo y contra ellos abrirán cientos y miles de frentes de agresión y serán tantos los que crearán, que no quedará otra que defenderse y no habrán suficientes bombas atómicas ni ejércitos capaces de sostenerlos.
¿Volverá acaso a resucitar una vez más el porfiado barbudo dado por muerto en la selva boliviana, para hacer oír su consigna de crear un, dos, mil Viet Nam, como única manera de derrotar el abuso, la injusticia, la desigualdad y conseguir que la humanidad supere su actual estado de retraso en la que nos ha sumido la avaricia de los capitalistas?
La situación por la que hoy atraviesa la humanidad, amenazada por el capitalismo salvaje y su afán de expansión a cualquier costo, ha mostrado su verdadero rostro en Irak, en Palestina, en Libia,en Syria
y no es posible de soslayar; por más que se desee ignorar o mirar para el lado y hacerse el leso, es una realidad que adquiere caracteres dramáticos.
Y esta realidad en su faceta de muerte y destrucción, de ensañamiento con la población civil indefensa, se apresta a ponerse nuevamente en escena en Irán en un breve plazo, ya sea a modo de bombardeo “quirúrgico” o invasión directa con el ejército anglo-norteamericano o de manera “indirecta” a través del ejército sionista.
Y el único modo de enfrentarla, derrotarla y superarla es el camino de la resistencia de los pueblos, el que deberá contar con la participación de todos y cada uno de nosotros aportando desde nuestras propias formas y perspectiva. Porque hoy ya no es un problema ni una elección intelectual subjetiva, hoy se trata de cuestiones tan profundas y objetivas como la sobrevivencia misma de una enorme cantidad de seres humanos y el planeta…
Tu verás de que lado te pones ante esta disyuntiva; tienes las porfiadas opciones de siempre: capitalismo salvaje, capitalismo de estado, el silencio o los pueblos del mundo, pero no dejes de considerar que el capitalismo mata…y el silencio también.